Todos los lunes a las 20h en el café Aromas de la plaza del Ayuntamiento de València se reunen un grupo de amantes de la poesía para leer, debatir, charlar y poner en común su mutua afición. La tertulia está coordinada por mi amigo Ricardo Llopesa de la editorial Instituto de Estudios Modernistas. Él fue el editor de mi primer libro y a través de los años hemos mantenido el contacto y la amistad. Me ha invitado varias veces a que me pase por la tertulia y, por un motivo u otro, todavía no ha podido ser, pero pondré todo de mi parte para hacerlo en la próxima. Así mismo, yo os informo sobre este punto de encuentro y animo a quien esté interesado a que se pase por allí. ¡Hasta pronto!
Después de varios días rodeada por el fuego, el calor de la fiesta y la explosión del color y de la vida, y empujada hoy por la llegada de la primavera, doy rienda suelta al calor que me envuelve y celebro la vida y el amor con estos versos.
Quiero comerte a trozos, despacito. Quiero besar tu cuerpo sin recato. Quiero que seas la fuerza de mi grito. Quiero que seas empuje en mi arrebato.
Aquel que se siente aludido, sabe que esto es para él.
Serenidad. Mágica palabra para mí.
La encontré un día en que no la buscaba. Ni tan siquiera era consciente de su existencia. Pero me tomó por sorpresa, se hizo un sitio en mí y durante un par de semanas me hizo vivir la sensación más placentera que he vivido nunca.
No había pasado nada especial. No. Al menos yo no era consciente de ello, pero de repente, mi corazón se relajó, mi alma se relajó, mi ánimo se relajó, y, al mismo tiempo, una sensación de alegría y seguridad me inundó por completo.
Tener la absoluta certeza de que todo va a salir bien, sin preguntarte continuamente ni cómo ni cuándo, proporciona una sensación de paz verdadera. Se siente que uno está donde tiene que estar y que, sea cuál sea el motivo de nuestro paso por la vida, este se está cumpliendo.
De pronto, tal y como ha llegado, esa serenidad se va, pero no de un modo traumático, sino dejándote la sensación de que existe y de que es eso lo que quieres volver a vivir en la vida. La sensación de que si la felicidad existe, es lo que acabas de vivir.
Pero la vida sigue adelante con sus subidas y sus bajadas, y nosotros seguimos luchando para superar estas últimas, o al menos para que sean lo más cortas posibles.
Cuando perdí a mi madre, me enfrenté al mayor vacío y la mayor desesperación que he sentido nunca. Pero con el tiempo, el apoyo de mis personas queridas, la vuelta de la fe y el absoluto convencimiento de que en la vida y más allá hay algo más, fui poco a poco recuperando la calma interior que había perdido por completo.
Era primavera y habíamos ido a pasar unos días al pueblo de mi madre, Terrinches (Ciudad Real). Siempre me gustó ir allá pues yo lo llamo el "balneario". Descanso, buena comida, buena gente, paz y campo. Es una mezcla única para levantar los espíritus más alicaidos.
Estábamos caminando por el campo en una preciosa tarde soleada rodeados de cantuesos y jaras en flor, de aromas de tomillo y romero, de múltitud de flores multicolores desconocidas para mí, cuando me aparté del grupo y fui a sentarme en un claro, en mitad de un grupo de encinas y me dejé arrastrar por el canto de los pájaros, por la suave luz del atardecer y el aroma casi insolente de la primavera que estallaba en la variedad de arbustos y flores en todo su esplendor.
En ese momento volví a sentir la Serenidad. Sentí que aquel lugar bendito era sin lugar a dudas el lugar lógico para volver a encontrarla.
Cuando volví a casa escribí lo siguiente:
He traído la verdad
Sin disfraces,
He traído la quietud
Y el solaz,
El abrazo y el beso
Del aire,
El sabor de la serenidad.
El aroma a tomillo
Y cantueso,
El rubí de amapolas
En flor.
Pajarillos cantando
A arrebato, barrenando
Hacia mi corazón.
El pasado presente
En la tierra
Asomándose hacia
El porvenir,
Y la paz palpitando
En las venas
Trascendiendo
El ahora y aquí.
He traído conmigo
Los sueños
Convertidos
En puesta de sol,
Coreados por cantos
De grillos,
Inundados
De vida y color.
Pasados unos meses, volví al mismo lugar. Habían pasado una serie de cosas en mi vida que la habían vuelto a convulsionar y yo estaba deseosa de volver a mi rincón para reencontrarme con la paz. Mientras los demás se quedaban charlando, yo cogí a las tres perras, la mía, la de mi padre y la de mi hermana, y allá que nos fuimos campo a través.
La tarde era placentera, el sol se estaba despidiendo con su beso cálido y el aire era una caricia. Las perras corrían y jugaban entre ellas encantadas de ese contacto con la Naturaleza que tanto echaban de menos. Pero mi alma no se solazaba, mi corazón seguía golpeando mi pecho con ansiedad y mi ánimo no podía levantar la vista del suelo.
¿Qué estaba pasando?
Estaba en el mismo lugar, rodeada de paz, de alegría y del silencio de Dios, pero no estaba hallando una respuesta.
Entonces me dí cuenta. Todo podía ser maravilloso pero si yo no lo recibía como tal, el milagro se perdía. La Serenidad no estaba allí, con todo lo maravilloso que pudiese ser aquel lugar. La Serenidad estaba en mí o no estaba. Si mi corazón estaba sereno, si yo estaba serena, entonces yo era Una con la Serenidad de la Vida, pero no podía encontrar fuera lo que había crecido dentro de mí.
Ese día encontré una de las respuestas más importantes de mi vida, pues una cosa es haber oído determinadas teorías, pero hasta que no lo sientes en tu alma y en tu carne, no lo sabes.
Y yo ahora lo sé.
Marco Aurelio dijo: "Piensa en lo que tienes y no en lo que te falta. De las cosas que tienes, escoge las mejores y después medita cuan afanosamente las hubieras buscado si no las tuvieras".
Hoy empezamos Marzo, y es un buen momento para celebrar lo que tenemos y abrirle la puerta a la Alegría.
Paulo Coelho dice: "El primer camino directo hacia Dios es la oración. El segundo camino directo es la alegría".
Recorramos este mes, como un primer paso, los caminos que llevan a la Alegría y los que salen de ella.