miércoles, 16 de noviembre de 2011

Cogiéndote la mano




Dejo resbalar mis dedos sobre el teclado como me gustaría que resbalasen entre tu pelo, como quisiera que mis manos resbalasen por tus mejillas, del mismo modo que unas lágrimas silenciosas resbalan por las mías.
Han pasado cuatro años...
Y al decirlo vuelvo a estar en aquella habitación cogiéndote la mano, mientras la vida se te iba y yo era incapaz de aceptarlo.

Pensar en tí me llena siempre de alegría. Sé que, no sé cómo, pero estás conmigo, aunque a veces no te sienta, aunque sólo pueda verte con "los ojos del corazón", pero estás ahí, donde siempre has estado. Conmigo.

Sigo adelante, y he vuelto a reir, he vuelto a soñar, he vuelto a tener ganas de vivir intensamente, pero siempre cuento con que tú lo compartes. No podría ser de otra manera, ni para mí, ni para tí. 
Pero cuando me paro y me enfrento como ahora al papel en blanco, doy un salto en el tiempo a cuatro años atrás y el dolor me oprime el pecho. ¡Te echo tanto de menos! ¡Cómo quisiera abrazarte!
Y ayer, dándole vueltas a la cabeza, a esta cabeza llena de pájaros e ilusiones, me vino un hermoso pensamiento: Hoy no sólo hace cuatro años que te fuiste. Hoy es el día que naciste a tu nueva vida, esté esta allá adónde esté. Espero que en esa vida seas feliz, Madre, que tengas sólo motivos de celebración  y que hasta tí pueda llegar el eco de todas las veces que te digo "Te quiero".