Hace ya bastantes años, tal día como hoy, viste la luz del día por primera vez.
Eran tiempos difíciles y tu infancia no se desarrolló entre algodones, pero saliste adelante y quizás por eso tuviste siempre esa firme determinación y ese carácter luchador que te acompañaron hasta el final de tus días.
Madre querida, conseguiste alcanzar muchos de tus sueños y no perdiste nunca, más bien aumentaste, tu capacidad de amar.
Hoy, en tu cumpleaños, enciendo una vela por tí y formulo un deseo. Te tengo presente cada minuto como te tendré siempre, pero, poco a poco, cada vez que pienso en tí, las sonrisas son más numerosas que las lágrimas y no puedo dejar de dar las gracias a la Vida por haberte tenido a mi lado el tiempo que te tuve.
Eres un ejemplo y una luz cuando el alma se pierde en la oscuridad de los tiempos.
Allá donde estés, sonríe Madre, disfruta de la respuesta a las preguntas que nos hacemos todos y que tú tantas veces te hiciste y acompañanos siempre.
¡Feliz cumpleaños, Madre! ¡Te quiero y me quedo corta!