domingo, 1 de abril de 2012

Compartir


En aquel tiempo, dice una antigua leyenda china, un discipulo preguntó al vidente:
"Maestro, ¿cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?"
Y el vidente respondió:
"Es muy pequeña, y sin embargo de grandes consecuencias. Vi un gran monte de arroz cocido y preparado como alimento. En su derredor había muchos hombres hambrientos casi a punto de morir. No podían aproximarse al monte de arroz, pero tenían en sus manos largos palillos de dos y tres metros de longitud. Es verdad que llegaban a coger el arroz, pero no conseguían llevarlo a la boca porque los palillos que tenían en sus manos eran muy largos. De ese modo, hambrientos y moribundos, juntos pero solitarios, permanecían padeciendo un hambre eterna delante de una abundancia inagotable. Y eso era el infierno.
"Vi otro gran monte de arroz cocido y preparado como alimento. Alrededor de él había muchos hombres, hambrientos pero llenos de vitalidad. No podían aproximarse al monte de arroz pero tenían en sus manos largos palillos de dos y tres metros de longitud. Llegaban a coger el arroz pero no conseguían llevarlo a la propia boca porque los palillos eran muy largos. Pero con sus largos palillos, en vez de llevarlos a la propia boca, se servían unos a otros el arroz. Y así acallaban su hambre insaciable en una gran comunión fraterna, juntos y solidarios, gozando a manos llenas de los hombres y de las cosas, en casa, con el Tao. Y eso era el cielo."

                                                                                                                 Anónimo

4 comentarios:

Camino del sur Pilar Obreque B dijo...

Antonia preciosa leyenda. El infierno lo ceamos nosotros mismos con tanto egoìsmo y falta de generosidad. El Cielo lo creamos tambièn nosotros viviendo com autènticos hermanos generosos, altruistas solidarios, ponièndonos en el lugar del otro.

Gracias por tu entrada.

Pili O

Nereidas-andresdeartabroblogpost,com dijo...

Hermoso y como algunos sabían cual era el autentico mandamiento.
Eso es tuyosear, ¡crecer el yo en el tú!
Precioso Antonia.
Besos.

Pedro Bonache dijo...

Homo es un primate social y sabe que necesita del grupo para progresar, para subsistir, para sobrevivir. Un grupo sognifica actuar en equipo, obtener unos alimentos y compartirlos con el mismo grupo. Los primigenios clanes cazadores-recolectores actuaban de esa forma, pero eran grupos reducidos.Los actuales bosquimanos no acumulan mas de 20 kilogramos por toda pertenencia, lo que no tienen lo piden a quien lo tiene, lo usan y lo devuelven. Pero todo pierde su naturalidad cuando las poblaciones crecen desmesuradamente, las relaciones sociales se complican y se deforman y ese es el momento en el que aparecen los comportamientos anómalos y egoistas, desaparece el altruismo y el afan de posesión termina cegando y enterrando esos sentimientos de solidaridad.

Tere dijo...

conocía la historia, pero siempre me gusta volver a leerla y recordarla. Para mi la ayuda a mi prójimo es vital en mi vida, desde el lugar que puedo pero ahí esta, aunque sea un granito de arroz...si todos haríamos lo mismo tendríamos muuuuuuuuchos granitos de arroz.

Vos sos un cielo de ternura.
Te abrazo!
Tere.