jueves, 15 de enero de 2009

¡Tú también eres un águila!


La parábola del águila

"Alguien encontró un huevo de águila y lo colocó en el nido de una gallina de corral. El aguilucho fue incubado en la granja y creció con la nidada de pollos. Durante toda su vida vivió como un pollo. Escarbaba la tierra, comía gusanos, cacareaba como una gallina ...

Pasaron los años ...
Por encima de ella, apareció un día en lo más alto, en lo limpio del cielo, un ave magnífica que flotaba elegante y majestuosamente por entre las corrientes de aire, sin apenas mover sus poderosas alas doradas.
- ¿Qué es eso? Preguntó asombrada la vieja águila.
- Eso ...es el águila, el rey de las aves ... Respondió una gallina vecina.
- ¡Ah! suspiró ¡Quién pudiera volar tan alto!

- ¡Ah! ¡Quién pudiera ser un águila!

Y siguió viviendo en el corral sin enterarse de que ella era un águila y no una gallina".

Este hermoso relato me lo pasó mi amigo Ramón Bragulat, el suegro de
mi hermana. Desde entonces lo tengo siempre cerca, y cuando siento la tentación de bajar muy abajo, lo releo y pienso que si alguien cree que puedo desplegar las alas y volar es porque puedo, así que no dejo de mirar hacia arriba y eso es lo que me ayuda a elevarme.

¡Seamos águilas!
Pero si somos gallinas, no hay nada malo en ello, sólo hay que descubrir qué somos realmente y encontrar la mejor manera de ser lo que somos.

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